O al menos, eso es lo qe decía César en la estupenda reseña que hizo para Lex Ludi. y eso parecía en las primeras partidas, desde luego, pero después ya uno ve todo el malaje que tiene el juego. Tanto que así se quedó el pobre Víctor después de la última partida...
Sólo y arrasado por sendas mareas, verde y roja.
- Jugadores: 2-4
- Duración: 120-180 minutos
- Complejidad:Alta
- Dependencia del Idioma:Alta
- Editorial: MásQueOca ediciones misteriosas (Z-Man en inglés)
- Ilustrador: Chris Quilliams
- Diseñador: Christian Marcussen
Visión General
Clash of Cultures es un juego de civilizaciones, no demasiado largo (sabiendo jugar, te lo puedes cargar en dos horitas fácilmente a 3 jugadores, siempre que no haya mucho lentorro en la mesa). Obviamente, nuestra labor va a ser la de expandir nuestra civilización y nuestra cultura por el mundo, al tiempo que vamos descubriendo nuevas tecnologías que nos ayudan a mejorar la vida de nuestros ciudadanos, y nuestros puebluchos van convirtiéndose en ciudades de padre y muy señor mío.
Así empieza la civilización...
Diseño y Componentes
Espectaculares, por supuesto. Mucho plástico entre soldaditos, edificios y barcos, y un tablero modular perrfectamente ilustrado (incluso por el reverso, en el que podemos ver una curiosa y muy temática "niebla de guerra").
...y así termina.
Pos destacar algo negativo, las fichas de ánimo y cultura son feas de cojones, y desentonan con el aspecto general del juego.
¿A quién se le ocurriría meter aquí a Frankenstein y al Comediante?
Mecánica
De esto voy a decir poca cosa. El que quiera detalles, a la reseña de César ;-)
Tan sólo destacaré que Clash of Cultures se juega tanto en el mapa principal como en tu tablero particular de tecnologías. De hecho, diría que según como salga la partida, es posible jugar más con las tecnologías que en otro sitio. Todo dependerá de tus las ganas de guerra que hay en la mesa.
Calma en el Imperio Verde; guerra en el horizonte.
Conclusiones
Clash of Cultures me parece un juegaco tremendo. ¿Por qué? En primer lugar porque pese a todo lo plastiquero que puede resultar, es un euro con todas las de la ley. Tienes que romperte la cabeza gestionando tus recursos, y siempre te queda la sensación de que no te da tiempo a hacer todo lo que quieres hacer... sobre todo cuando viene algún ejercito enemigo a tocarte las pelotas en la puerta de casa.
En segundo lugar, por la variabilidad de las partidas. He jugado 3 veces, y ninguna partida ha sido igual a otra. Las dos primeras me las pasé más tranquilo que otra cosa, gestionando mi civilización con alguna hostia que otra de por medio, mientras que en la tercera me dediqué a guerrear de principio a fin. Para que os hagáis una idea, en las dos primeras partidas investigué unas 25-30 tecnologías. En la última, 15. El resto, a las tortas.
Esta variabilidad se ve favorecida por las cartas de objetivo. En cada ronda, recibes una. Es decir, que puedes plantearte una estrategia a largo plazo, pero las cartas de objetivo pueden determinar tu forma un escalón arriba o abajo. Quizás esa gran ofensiva militar que pensabas lanzar se retrase un par de turnos, o quizás esa genial tecnología que habías pensado investigar nunca termine de salir de la cabeza de tus científicos. Para mí, lo mejor del juego es esa necesidad de adaptarte a las circunstancias en todo momento.
¡Es la hora de las tortas!
Otro punto a destacar es que no es un juego que se haga pesado. Los entreturnos no son excesivamente largos, y se soportan bien ya que en todo momento tienes factores y variables suficientes en la mesa como para estar pensando lo que vas a hacer cuando te vuelva el turno, o incluso en el turno siguiente.
Sobre estrategia, puedes hacer de todo un poco, pero en la última partida quedó demostrado que al contrario de lo que pensamos en un principio, las hostias llueven con mucha facilidad. Víctor seguía desarrollando sus tecnologías y sus ciudades cuando de repente se encontró con la marea verde en casa, con escaso tiempo para responder. Estuvimos discutiendo si la guerra podía ser determinante, y está claro que en cuanto alguien construye ejércitos, tienes que defenderte. No jugar exclusivamente a la guerra, pero si contar con las tropas suficientes como para defender tus ciudades fronterizas o iniciar una contraofensiva en caso de que te revienten un poco. Con un poco de preparación y previsión creo que es relativamente fácil defenderte.
Por destacar algún aspecto negativo, los bárbaros pueden resultar bastante inútiles. Al controlar los eventos, sabiendo jugar es imposible sufrir un ataque bárbaro. Eso, unido al oro que ganas cuando les das candela, los convierte más en una bendición que en una amenaza. Además, si te ves apretado por un rival, siempre puedes dejarlos estar como frontera natural. En casos puntuales pueden darte la lata, pero normalmente un campamento bárbaro es más una fuente de recursos y una ciudad nueva que otra cosa.
Y eso ha sido todo por el momento. Yo creo que es un juego que algún día acabará en mi colección, porque a pesar de su complejidad, su duración y que lo tengan varios miembros de la asociación, le veo muchas posibilidades de ver mesa. Si os parece poco, por ahí hay cierta milonga sobre que si sale o no sale en castellano... pero como diría el narrador de la peli de Conan, eso ya es otra historia.
Un saludo!
Pues tiene muy buena pinta, a ver si lo llevan al zona Ludica y lo cato. Un abrazo.
ResponderEliminarIlloo, ¿te dejas caer por Zona Lúdica? Ésta vez no te libras de los copazos!!! :D
EliminarEl juego tiene muy buena pinta, aunque su duración hace que no me sea muy accesible.
ResponderEliminarZona Lúdica sí que podría ser un lugar idóneo para catarlo.
Saludos!!
Es un juegaco... salvo por la duración, creo que te molaría bastante.
EliminarGracias por tanta opinión personal. Lo que me faltaba para tener que dejarme los cuartos, mamonazo.
ResponderEliminarEso de que sea una mezcla de euro con hostias es una pasada, y encima es muy bonico el jodío.
Dios, que manía te tengo. ;)
Yo también te quiero Miguel, jajaja :-)
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